Llamador de ángeles, delicado sonido al chocar en su interior trocitos de plata.
Su sonido atrae a las energías angélicas para que puedas sentir su protección, apoyo y amor a tu
lado. En la India y otros paises las mujeres embarazadas los llevaban a la altura del ombligo para
proteger al bebe de cualquier negatividad externa, incluso de los shoks o traumas que pudiera sufrir la
madre. Usado desde la epoca medieval como protector.
Los llamadores de ángel ( también se llaman bolas de la armonia)
Se trata de un colgante lleno de trocitos de plata que al chocar entre sí producen un sonido parecido al
de las bolas chinas.
Según algunas tradiciones, el sonido avisa a un ángel del que precisamos la ayuda, haciendo que
sintamos la protección, el apoyo y el amor de las energías angélicas. También se puede hacer
sonar cuando se desee algo de corazón. Pero lo que sí es cierto es que, como cuentan, su sonido
armonizador puede traer paz y alegría al espíritu.
Se puede colgar en la casa, para que suene cuando lo mueva el aire, pero lo más normal es colgarlo
de una cadena, a la altura del Chakra del corazón., o bien, si estás embarazada, a la altura del
ombligo.
Todos los que no lo tenéis y no lo conocéis aquí está esta preciosa Leyenda.
Cuenta la leyenda, que hace miles de años un grupo de duendes buenos tuvieron que huir del bosque
donde vivían en busca de un lugar alejado del peligro que les acechaba. Pero gracias a su amistad
con los ángeles, éstos les obsequiaron con un colgante con una bola que tenía dentro unas pequeñas
campanillas como símbolo de protección.
Los ángeles les dijeron que cuando se sintieran en peligro o desprotegidos, agitaran la bola y al oír las
campanillas los ángeles acudirían en su ayuda.
Sólo pusieron una condición, que era de uso personal y nunca podrían prestarlos, porque si lo hacían,
la magia desaparecería y su protección con ella. Los duendes llamaron a esta bola "llamadores de
Ángeles".
A veces al amanecer, cuando no sabemos con certeza si estamos dormidos o despiertos, o a la hora
del crepúsculo cuando las sombras nos hacen dudar de nuestros sentidos, adivinamos invisibles
presencias, susurros, aleteos, risas contenidas, y hasta puede rozar nuestra mejilla algo que no
podemos definir. Son los ángeles: vienen y van, escuchando nuestros secretos y susurrándonos
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